La rendición de tu perpetrador 🃏❤️🩹🦇
Atención, que esto se repite en sesiones, como el primer gazpacho de la temporada.
Todos queremos que la persona que nos hizo daño se arrepienta, admita su error y nos dé la razón.
Querer compensación es tan humano como echar una ojeada al móvil en el WC.
Y con que te lo mires un poco, te darás cuenta que a ti también te pasa.
Con esto, ya habríamos terminado, pero aquí vienes a por más.
Porque desear que claudique quién te jodió, te duele más que si te arrancan los pelillos de la nariz.
Pudo ser:
· tu madre criticando tu forma de ser
· o tu padre con la maldita exigencia,
· una hermana que siempre sabía cómo hacerte daño con sus palabras,
· o hermano al que era imposible alcanzar en aquello que tanto deseabas,
· el profe que te humillaba delante de otros,
· esos familiares que te miraban como si te hubieran adoptado,
· compis de clase a lo pequeño Hitler,
· o viejas del visillo en el trabajo,
· ex con más veneno que un congreso de serpientes,
· o amistades peligrosas por apuñalamiento rastrero,
· jefes iracundos con cuernos y rabo…
Se usaron: características físicas, fallos o eventos puntuales, invenciones… pa’joderte.
En ocasiones, son las actitudes de otros respecto de ti, y en otras, para hacer piña con otros en tu contra.
Miles de cicatrices de diferentes tamaños.
Una galaxia de puntos para coserlas.
De los hechos, nada se puede cambiar, quedaron en el pasado.
En como los vives en el presente, sí que puedes hacer algo, con tu interpretación.
Pero te resistes (nos resistimos), a pensar que, quien te las hizo pasar tan putas, se puede ir de rositas.
No te vale un endeble “lo siento”.
Quieres el pack completo:
— Me arrepiento mucho de todo lo que hice…
— Cometí el error de mi vida contigo...
— Siempre tuviste la razón. En todo me equivoqué…
Pero para la otra persona, puede:
· no arrepentirse, incluso sentir que lo hizo como acto de amor,
· no recordarlo o tratarlo como algo menor,
· incluso sentir que fue su única salida.
Y es que, cuando eres tú, quien tiene el papel de villano en la peli de otro:
· Tienes más argumentos y salidas que una serie de abogados.
· Calibras el dolor del otro a ojo de buen cubero.
· Llega un punto de autocomplacencia, necesario pa’tirar pa’lante con aquello que hicieras.
Que tú eres el Jocker en la muerte de los padres de otro, es un motivo para no engancharte tanto.
Otro es que, enredarte en tu propio dolor y en las ganas de ver cómo te suplican, te hace víctima de por vida.
Son contadas las veces que esas cosas pasan, y si lo hacen, huelen a insuficiente.
Y te lo hilo con uno de los casos más frecuentes: estar en una relación amor-odio con alguien (normalmente padres, hermanos o relaciones de pareja).
Quieres el amor de esa persona, pero tú no te entregas totalmente por no tener resuelta la parte en la que te hirieron.
Un tira y afloja entre el resentimiento y la súplica del cariño, que duele doble.
Sobre movilizar el pasado, tienes más artículos en este enlace.
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Un abrazo,
Manu
PD 1: ¿Quién es Batman sin un Jocker? ¿Tendría sentido volverse a poner el traje?
PD 2: No quiero generalizar demasiado, que hay más casos que ventanas.
Sin compromiso, me comentas.
PD 3: No se trata de perdonar sin más, eso es de iluminaos del Carrefour.
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