Desarrollo personal ferroviario: La zapata de freno.
Va de desarrollo personal con trenes.
Antes de empezar, vamos a suponer una locomotora, poderosa, roja Ferrari.
Y con coches remolques, como un convoy de orugas procesionarias.
Reluciente como el día que inauguran los políticos.
Ahora vamos con la zapata de freno.
— ¿Para qué sirve?
— Fácil Manu. ¡Para parar un tren!
— Pues es eso.
Es algo que aprieta.
Que aprieta mucho.
Que genera fricción.
Y a su vez calor.
Que frena.
Que ralentiza.
Que para.
Que detiene.
Que llega a bloquear.
Eso hace un bloqueo en tú vida:
Algo que frena tu avance.
Que te hace ir más lento.
Que te para a la hora de conseguir lo que quieres.
Que te detiene.
Que te llega a bloquear.
— ¿Y qué pasa en la vida de la persona bloqueada?
Pues más de lo mismo.
Que siente mucha presión.
Que se siente aprisionada y no puede escapar.
Que genera roce, fricción y dolorcito intenso.
Y a su vez calor y asfixia.
— ¿Y qué debería hacer un tren para moverse?
Soltar presión.
Liberar el freno.
Quitar el bloqueo...
Y sí, tú eres como un tren:
Con tu locomotora poderosa.
No creo que rojo Ferrari.
Convoy de aprendizajes.
Seguro que no hace falta que sonría alguien a la cámara, (tijerón en mano, para cortar una cinta inaugural), para que por fin, empieces a correr.
— ¿Pero qué pasa?
Pues que separar esa zapata en ocasiones no es tan fácil.
Y allí mismo, en ese momento y en solitario, menos.
Hay talleres, para personas, donde soltar el freno.
Sitios en los que dejar atrás la presión, el dolorcito intenso y la asfixia.
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