Emails de finales de agosto. Correo 5.

Gestiona tu tiempo, como un profesional, con un embudo del todo a 100.

En episodios anteriores (dicho con voz de serie de los 90), conté:

  1. Podemos tener un conflicto, entre impulsos emocionales y lo que racionalmente no sale a cuenta (enlace aquí).

  2. Pese a que ames algo, saques tiempo de debajo de las piedras y sientes que lo merezcas, en ocasiones no es posible lograr hacer lo que deseas sin infligirte pupa (su enlace).

  3. Los platos chinos te enseñan a visualizar los compromisos que tomas y dan consciencia de la cantidad de cosas que gestionas. Un “sí” a tu bienestar global, puede implicar un “no” a lo que amas con locura. Válido, para lo que conté y para parejas (léelo desde aquí).

 

Un embudo, el de llenar recipientes.

Y me sirve de metáfora, de lo que puedes (o no), llegar a realizar.

¿Cómo es un embudo?

Tiene una parte ancha en forma de cono, que no tiene base.

Se junta en el otro extremo, con una parte más estrecha, también cónica, que no llega a terminar en punta.

Se usa, poniendo la parte ancha en un plano perpendicular al suelo y sobre un recipiente de cuello estrecho.

Si viertes un fluido (o sólidos muy pequeños), por la parte ancha, sale por la estrecha y va llenando el recipiente.

¿Parece simple no?

 

Yo lo uso para varios ejemplos en sesiones de coaching.

En este caso, lo voy a explicar para la gestión del tiempo.

Pero vale para otros recursos limitados como la energía, dinero,…

 

Nos olvidamos un momento del recipiente a llenar.

Situamos todo lo que quieres hacer en la parte ancha.

En mi caso: trabajo con los trenes, quedar con gente, ir al gimnasio, comprar comida y cocinarla, atender la casa, dormir algo, los transportes, … y también seguir ampliando conocimientos, encajar cada sesión de coaching, escribir para el blog, los correos, tengo varias ideas para libros, publicar en las redes sociales, facilitar equipos, dar alguna formación,…

Ufff, ¿no?

 

Tasas cada cosa, con el tiempo que las dedicas (o te gustaría) y te sale X horas.

Es aconsejable, separar entre cosas de diario o finde.

Y todavía más, no valorarte demasiado bien y creer que tardas poco, o que nunca tendrás problemas que te impidan cumplir en el plazo que te has puesto.

¿Qué tal si pones reservas para imprevistos?

 

Ahora viene la parte estrecha:

24 horas (pa’to perro quisqui, 24, ni una más).

 

Y tomas decisiones, metiendo cada cosa en una de estas cajas:

  1. Seguir haciendo (conviene dormir y descansar, ganarse la vida, cuidar a tus hijos, socializar un poco, cuidarse, desarrollarse,… cada cual lo que considere y pueda sostener).

  2. Delegar (con dinero es más fácil todo, ya que puedes subcontratar, o buscar quien tenga un proyecto en común contigo como empleados, socios o pareja).

  3. Posponer (esperar a que unos proyectos dejen paso a otros).

  4. No hacer (asumir que no lo harás, lamerte las heridas y tirar pa’lante).

 

Ahora tomas estas cajitas y:

  • Pones por delante las “1”.

  • Delegas las “2”.

  • Pones en fila las “3”, unas detrás de otras para que no se atasquen en el embudo.

  • Tiras las “4”.

 

Esto que aparentemente es muy mental, tiene asociado varias emociones.

  • Tristeza: por la pérdida de lo que dejas de hacer.

  • Rabia: por abandonar el merecimiento de lo que deseabas.

  • Miedo: si lo que dejas de hacer supone renunciar a recursos que consideras que te harán falta.

  • Vergüenza: si te comprometiste públicamente o crees que te lo van a criticar.

  • Culpa: por no poder hacerlo todo.

  • Desilusión, frustración, resentimiento, resignación,…

Estas emociones, de no gestionarse, llevan al bloqueo.

A la falta de decisión y la no acción.

Y hasta a situaciones más graves (hoy no abro ese melón).

 

¿Quién dijo que tratarse bien era fácil?

 

Mi decisión es dejar de ofrecer los servicios de acompañamiento.

Con todo el dolor de mi alma.

Se me da genial y me flipa.

Pero no es coherente para mí.

No puedo seguir cambiando tiempo por dinero.

El tiempo no es oro, el oro no vale nada. El tiempo es vida" - José Luis Sampedro 

Seguiré haciendo mis colaboraciones, haciendo unas pocas sesiones (de mantenimiento), pero no lo ofreceré.

Haré algún cambio más (creo que positivo también para ti, ya me dirás).

Lo explico en el siguiente correo.

Con un par de metáforas que también uso en consulta.

 

No te cortes, que ahora sabes que no voy a venderles mi tiempo.

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