Emails de finales de agosto. Correo 3.

Platillos chinos y vida plena.

En los correos anteriores (enlace abajo para que no lo busques), contaba:

  1. Podemos tener un conflicto, entre impulsos emocionales y lo que racionalmente no sale a cuenta (aquí).

  2. Pese a que ames algo, saques tiempo de debajo de las piedras y sientes que lo merezcas, en ocasiones no es posible lograr hacer lo que deseas sin infligirte daño (aquí).

 

Pongo mucho este ejemplo viejuno en sesiones de coaching.

Es el de los platos chinos.

¿Qué no fuiste a EGB*? Te cuento lo que era.

Son unos platos con una conicidad en el centro.

Se ponen cada uno, sobre unas varillas largas, sujetas al suelo o por quien hace el espectáculo.

Se hace girar el palo y el plato se mantiene un rato sin caerse sobre el escuálido palito.

Cerca de detenerse, el platillo se bambolea sobre la varilla, mascándose la tragedia.

Pero la persona mueve circularmente el palo y el plato toma velocidad de nuevo.

No recuerdo con cuantos lo hacían, pero eran muchos.

El agobio, de quien tenía que moverlos, crecía a la par que se incrementaban los conjuntos varilla-platillo.

 

Pues cambia platos por cosas en tu vida y palitos por acciones a realizar.

Un trabajo: un platillo.

Quedar con gente, ir al gimnasio, comprar comida y cocinarla, atender la casa, dormir ese poquillo, los transportes, …

La vida misma son muchos platos.

Sumo: seguir ampliando conocimientos, encajar cada sesión de coaching, escribir para el blog, los correos, tengo varias ideas para libros, publicar en las redes sociales, facilitar equipos, dar alguna formación…

 

Se me hace bola.

Mientras caen un plato, que vuelvo a subir a la varilla, el siguiente ya se está parando.

Mi responsabilidad. No lo niego.

Buscada y consciente.

“A ver si la siguiente vez no descuido la salud o las amistades”.

 

Cuando lo quieres todo, ningún palito te parece que merezca dejar de ser agitado.

Ningún platillo debería perder su brío.

Ningún artista renunciar a su espectáculo…

Y a la vez, no es cierto.

 

Sin tener salud, sin ver a las amistades, sin hacerte tus viajes, … la vida no es plena.

Quererte, también es poner límites a tus ganas de progresar.

Modificar los sueños a lo que das.

Que no necesariamente es renunciar, pero sí adaptar.

Hace poco escribía sobre que, al decir “sí” a algo, dices “no” a otra cosa y viceversa.

Esto es lo mismo.

¿Sí a tus proyectos y no a tu vida?​​

 

Para el siguiente correo, te cuento:

Otro ejemplo (uno de embudos) que pongo en sesiones para ilustrar esto.

Y también cómo he decidido organizarme.

 

No te cortes.

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*EGB: Educación General Básica en España entre 1975-1990. Duraba hasta los 14 años.