Manu Galán

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¿Te hablas mal? Te cuento cómo lo gestioné

Estas cosas no son sencillas, no nos pongamos en plan vendehumos.

Llevamos años de inercia…

Por eso te lo propongo en partes.

Tampoco quiero dar por supuesto, que has oído lo importante que es que no te hablas mal.

Otra opción es que ya lo sepas, como los fumadores, que a pesar de conocer lo malo, no dejan de hacerlo.

PARTE I: LOS ANTECEDENTES.

Las primeras preguntas podrían ser:

¿Para qué hablarnos bien?

Y ¿Por qué nos hablamos mal?


Unos pequeños antecedentes:

En la infancia, te someten a un proceso de "domesticación", para luego soltarte sociedad.

En dicho proceso:

  • los progenitores (principalmente),

  • las hermanas y hermanos (si tienes),

  • los profesores (también con bastante importancia),

  • los familiares o adultos de tu entorno

  • e incluso personas de edad similar (ya domesticados en algún aspecto),

te intentan "llevar hacia la vida" de la mejor forma que conocen.

Por "llevar hacia la vida" y me refiero a:

  • Que tengas salud.

  • Que generes tu independencia (ojo, que en ocasiones no quieren que sea completa).

  • Que puedas ser aceptado e incluso querido (socialización).

  • Que, en definitiva, intentes ser “feliz” (lo que sea para ellos, desde su forma de ver el mundo).


Generalizando:

Salud + Dinero + Amor = Felicidad

Con sus matices en cada familia.

Partiendo de que, las personas que te rodean, quieren "lo mejor" para ti (desde su entender).

Hay casos en los que NO, pero atienden a disfunciones graves y son menos frecuentes.

Tratan de conducirte (más bien, dirigirte), hacia su visión de "lo mejor", lo que te conviene.


Recapitulo:

Al domesticarte han querido "lo mejor" para ti, y “llevarte a la vida”, desde donde ellos ven el mundo.

PARTE II: EL INICIO DEL DIÁLOGO INTERNO

Alguien que te quiere, si te alejas de su construcción particular de "lo mejor" para ti, lo habitual, es que quiera que vuelvas al redil.

Pueden ejercer la fuerza (esperemos que no), pero habitual es que empiece por el uso de la palabra.


Aquí, algunos ejemplos, de “ayuditas” verbales para llevarte a "lo mejor":

  • Por descripción y opinión sobre tus acciones:

Esto que haces, no vale, no está bien así.

¿Qué es válido o estar bien para quién lo dice? ¿Podría ser distinto para otra persona?

  • Pero también se usa para dibujar una cualidad de la persona:

Das pena con la guitarra, la música no es lo tuyo.

¿No lo es para todas las posibles partes de la música? ¿Podría llegar a tener en el futuro “algo mío”?

  • Pasando por la definición completa del individuo:

¡Eres un negado!

¿En todo? ¿No hay nada en lo que no lo sea?

  • Y llegando al súper-poder:

¡¡¡Me desquicias!!!

¿Yoooo? ¿A caso tengo el mando a distancia de tus emociones?

Y estas cosas las dicen para que sea un revulsivo.

Para que espabiles.

Puede ser la manera con la que aprendieron ellos mismos.

Extraña que te hagan daño, si el deseo es darte "lo mejor" para ti.

Pero los:

"quien bien te quiere, te hará llorar"

y "la letra con sangre entra",

están entre los aprendizajes colectivos de varias generaciones.

PARTE III: CONSOLIDACIÓN

A la vez que, la personita empieza a darse forma, eso que dijeron, se interioriza.

De repente, se lleva dentro.

Automático.

Causa-Efecto.

Disparador-Respuesta.

Lo escuchado fuera, ahora es pensamiento propio.

Y de pronto, te regalas lindezas, del tipo:

— Qué asco de comida me ha salido.

— No vales para la informática.

— No sabes hacer nada.

— Me doy pena a mí misma.

Ya no es mamá o papá... ahora es propio.

PARTE IV: DESCUBRE LA NECESIDAD

Y se "va a la vida" con este peso.

Con enfoque en el palo, y no en la zanahoria.

Sin ternura y con "lagunas" sobre quién eres en realidad.

Con dureza y desgaste personal.

Si piensas que algo no va a salir como esperas, y te vas a premiar los oídos de esa forma, ¿a que no apetece hacer muchas cosas?

Favorece el auto-boicoteo.

Drena la energía.


¿Ves la AGRESIÓN que supone?

¿Cómo te has sentido tras una agresión?

¿A qué te ha dejado mal cuerpo?

Cuando sientes un ataque, se genera el estrés y la bioquímica necesaria para huir, combatir o bloquearse.

Todo ese cóctel innecesario se te queda dentro.

Te pasa factura en forma de enfermedades psicosomáticas (enlaces a artículos 1, 2 y 3).

Posiblemente que hayas tenido una o conoces a alguien.


PARTE V: LO BUENO DENTRO DE LO MALO

¿Es que no somos tontos y nos hacemos daño sin razón?

Pues no.

Al igual que te achucharon y conseguiste eso o aquello.

Ahora lo haces porque te impulsó, te dio resultados en el pasado.

Puede que aprobaras ese examen o consiguieras pasar ese período de prueba en el trabajo,… a base de ponerte a escurrir por dentro.

Pero, por ejemplo: ¿esto te sirve para mejorar la relación tus seres queridos?

— Soy lo peor, debería ser más XXX con fulanito, me doy vergüenza.

¿Crees que esto funciona?

En una caja de herramientas no solo existe el martillo.

PARTE VI: MI EXPERIENCIA Y EL USO DE OTROS A TU FAVOR

Yo mismo tenía un lenguaje interno bastante jodido.

Lo reconozco, no me hablaba con ternura, más bien como a una piñata (a ver que salía).

Gracias a que la vida conspira a mi favor (es una creencia, puede que no sea cierta, pero a mí me ayuda),

me puso delante un espejo, en forma de otra persona, para que viera lo que me hacía a mí mismo.


Cuento mi historia:

Estaba hablando por teléfono, con la que era mi novia en aquel momento.

Ella bajaba la basura (lo siento, cero glamuroso).

Se confundió de puerta buscando la sala de los contenedores.

A todas luces, una cosa menor.

Vamos, que no se equivocaba en órbita a la que lanzar un satélite, ni en que metiera la mascota en la freidora o que llevara las croquetas al veterinario.

Algo que no tendría que generar mucho ruido interno.

Sin embargo, dijo en alto: "¡¡¡Mierda!!!".

Y no es la palabra en sí... fue el cómo lo dijo (difícil de describir).

Con culpa, dureza, enfado contra sí misma,...

Que obviamente no viene solo de confundirse ese día de puerta.

Es algo ya incorporado en su vida.

Ese "¡¡¡Mierda!!!", así dicho, por alguien a quien quieres, duele.

Pensé: "¡Wow!, ¡Qué fuerte! ¿Cómo se ha podido hablar así? ¡Qué no es para tanto!".

E inmediatamente me vino la reflexión:

"Joder Manu, si tú te dices cosas mil veces peores".

Ahí es cuando te das cuenta, de lo devastador que es el hablarse así.

Lo mucho que duele oírlo de alguien, su auto-agresión verbal.

"¿Qué haces constantemente escupiéndote cosas más fuertes?"

Se hizo un gran fuego de una chispa muy pequeña.

En gran medida, los cambios cognitivos necesitan de cambios emocionales y corporales.

No te voy a engañar.

No es que tengas una revelación de estas, y se borren años y años de lo que te has repetido.

En ocasiones me sale la exigencia y por eso hablo de “gestionar”.

En mi viaje hacia un mejor diálogo interior, he tenido muchos tropiezos.

Pero me he sabido corregir con amor.

Poniendo ternura al equivocarme.

Y se me habrá olvidado 1.000 veces... y aun así he insistido en cambiar hacia "lo mejor para mí".

Ya no con un auto-tortazo interno, con un "lo haces lo mejor que puedes o sabes".

A día de hoy, no soy impecable con mis palabras, y puede que nunca lo logre...

No conozco a nadie que lo sea (si lo eres, escríbeme porfa 😉).

Mi lenguaje me refleja una mayor dulzura, que me ha llevado a disfrutar una vida cada día mejor.

Considero que "merece la alegría" poner foco y dar pasos.

Importantísimo para desarrollar resiliencia.

Incluso buscar quien te acompañe y te haga ir más rápido.

También mereces hablarte de otra forma y eliminar el autosabotaje (autobloqueo), que te impide movilizar tu vida, tan pronto como sea posible.

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Anteriormente, en ManuGalan.com

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