Manu Galán

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Da igual dónde y con quién estés, puedes sentir soledad en compañía…

Estar, sin estar como quieres, te aísla.

Y aislarte te lleva a la soledad.

 

Félix se sentía solo.

Solo pese a tener mujer y dos peques.

Solo aun viviendo en su pueblo y poder ver a su familia.

Solo en compañía.

Solo porque faltaba una pieza en medio de su pecho.

 

No estar haciendo algo significativo para ti, da esa sensación de estar perdiendo la vida.

 

Félix estudió Administración y Dirección de Empresas.

No le entusiasmó en absoluto, pero claro, “te puedes ganar muy bien la vida”.

“Con suerte, podrás trabajar cerca del pueblo”, decía su madre mientras acariciaba su rostro.

No con suerte, pensaba él.

Pero claro, eso es un mal pensamiento.

Un buen hijo se queda cerca de sus padres, de su novia de siempre y de sus amigos de toda la vida.

 

Félix, por lo menos, estudió fuera del pueblo (odiándolo en secreto).

Todo el mundo tan orgullosos de vivir allí.

Él no, pero no podía decirlo.

“Hay que estar agradecido de vivir en un sitio tan privilegiado.”

“De los pueblos más bonitos de España, con naturaleza y tranquilidad, pero con infraestructuras”.

Un jodido infierno para Félix.

 

La soledad y la sensación de estar perdiendo una vida significativa, con propósito, te llevan a la tristeza.

 

Félix se levantó siempre pronto.

Pagarle la carrera, fue un gran esfuerzo para sus padres, no podía costearle la estancia.

Cogió el bus todos los días del curso.

Estudió tiritando en la parada.

Forrado con la bufanda gris que hizo su abuela, pese a que picaba horrores.

Estudió en la parada, en el bus, en la biblioteca de la facultad, en el bus de vuelta y en casa.

 

Félix no fue casi a fiestas en la uni.

Tenía que estudiar siempre.

Nunca nadie preguntó si aprobó con nota todas y cada una de las asignaturas,malditos bastardos.

Donde sí bebió era en las fiestas del pueblo.

Hasta perder el conocimiento.

Como todos lo hacían, parece que no estaba mal visto, ahí se permitía.

 

Uno de los caminos de la tristeza no gestionada te lleva a la inacción.

 

Félix entró a trabajar en la empresa más grande de su pueblo.

“Qué suerte ha tenido el hijo de la Flori y Paco”, eso roía por dentro.

Como si tiritar a las 6 de la mañana en un apeadero, fuera puta suerte.

Él no lo vivió como suerte.

En realidad, no lo sintió, estaba yermo por dentro.

No hubo torrente de bonitas emociones, pese a invitar a cañas a los amigos.

 

Félix era el chico de Lina desde siempre.

Siempre, era siempre.

Desde el cole.

No el insti.

El cole.

Ponían en el cine Cadena Perpetua.

 

Félix marcó rápido las casillas del check-list del bienestar social.

Boda preciosa y viaje al caribe.

“Los hijos prontito, que hay que jugar al fútbol con ellos”, que resultaron cero deportistas.

Coche con buen maletero, que hay que llevar de todo.

Casa grande para todos (en el pueblo y no muy lejos de la de sus padres y sus suegros).

 

La tristeza, de ser bien gestionada, te lleva al recogimiento y la profundidad.

A la conexión con lo que llevas dentro.

 

Félix se sentía mal por dentro, pero no lo decía.

Cada vez más en sí mismo, cada vez más ensimismado.

Se decía que era un puto egoísta, que no estaba agradecido lo suficiente por lo que tenía.

Y sabía que eso era cierto.

Una preciosa familia, que le querían, pese a que cada vez se sentía menos hombre.

Unos padres que lo adoraban, pese a que se asfixiaba en su presencia.

Un trabajo que ya era fácil, pese a que echara de menos cuando no lo sabía todo.

Un bienestar económico, que permitiría que sus niñas no se congelaran el culo esperando el bus.

Incluso su suegra cocinaba sus platos favoritos.

 

Félix había buscado como tener una vida con sentido.

Lo que leyó no fue santo de su devoción.

No se dedicaría de adulto a jugar a Mario Kart o a ser portero de futbol (por ser el gordito del grupo).

No iría a la India, se cambiaría el nombre y se pondría un puto punto en la frente.

No pondría en riesgo en bienestar de las tres personas que dependían de su sueldo.

De ninguna manera… no tenía claro su propósito en la vida, pero eso… ni de coña.

 

Si en algo te has identificado con Félix, tienes 3 opciones:

  1. No hacer nada (cuando no haces nada, no pasa nada).

  2. Hacer algo en soledad (invirtiendo tu buen tiempo y esfuerzo).

  3. Hacer algo, pero que te acompañen (a poder ser, alguien que dé confianza y te diga las cosas como son).

 

Si crees que puedo ser la persona que te podría llegar a acompañar:

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