Propósito de vida como motor para la felicidad, pero también como trampa de insatisfacción.
En artículos anteriores: ¿Tiene sentido eso de tener un “propósito de vida”? Parte I y parte II.
Pudiste ver, si te va mejor: tener un proyecto de vida, no tenerlo o no agarrarte a una de estas 2 creencias.
Pues bien, para este artículo, voy a dar por hecho que tener un plan motivador, es un motor para ti.
De no serlo, me sigues el juego y por lo menos, ves como funcionamos los que así lo pensamos.
De partida…
Cuando alguien tiene un sentido de vida, puede ser abstracto o concreto.
1.- ABSTRACTO:
No es un propósito individualizado.
Puede ser compartido por muchos.
De seguirlo, de verdad (no de boquilla), implica el esfuerzo de aterrizarlo a tu día a día.
Dos de los exponentes fueron:
Aristóteles y la virtud (usado en el estoicismo):
Vivir de acuerdo a una mentalidad de elegir, hacer siempre lo mejor posible como objetivo, otorga la felicidad.
Implica la coherencia, la superación, tener un “desde dónde” bonito y elevado,…
Kant y el “bien supremo”:
Porque: “cuando hacemos el bien, nos sentimos bien”.
Se apoya en lo transcendente, moralmente correcto y orientado la comunidad.
También, te sonará a que, muchas religiones tienen este tipo de filosofías.
Te puede mover a ti o no.
En determinados períodos o situaciones concretas, puede ser muy socorrida (y muchos la usamos).
Una guía, no bien definida, para situaciones abstractas.
Y no incompatible con tener una estrella polar a la que mires como destino.
TRAMPA:
Creer que tu moral es la única válida.
No ver más allá de tus creencias y las de tu entorno.
Pensar que tienes una verdad absoluta y alejar, con el dedo acusador, a quienes no piensen igual.
Y también puede ser...
2.- CONCRETO:
Este es un proyecto de vida definido.
Que se puede pintar.
Al que se pueden poner riendas y medir progresos.
Algo que hacer cachitos y tomarlos como objetivos.
Para llegar a ellos, tienes dos caminos.
A) Adoptar una pasión.
Da igual que sea tuya o de otro, no ha sido elegido, ha sido adquirido.
Sopló un viento y llevó tu barco.
Nada malo por ello.
Te movías como rabo de lagartija desde chiquinina y te hiciste bailarina sin pensarlo.
Puede que quisieran un médico en la familia.
O que valorasen que tocaras el piano o fueras el chapuzas de la casa.
Quizás se te dio bien estudiar, y ser la ilustre notaria, te producía sueños húmedos.
Todo ello pasó sin casar los dos siguientes factores del punto “B”.
TRAMPA:
Comprar el proyecto de vida a otra persona, sin pasar por tu filtro.
No contrastarlo con tu preferencia sentida.
Negarse a contemplar otras opciones que la elegida en la infancia.
B) El encuentro entre la Consciencia y la Acción de Buscarlo.
Pusiste de tu aparte para conocerte.
Abriste el coco, el pecho y las entrañas para ver que se te movía por dentro.
Te peleaste con lo implantado de peque.
Miraste con lupa, entre tus propias alternativas.
Agitaste las cajas internas, como para saber el regalo que contiene, y abriste por si tenía premio.
Esta observación va hacia dentro.
Decididamente, saliste en su búsqueda.
No tuviste o quisiste adoptar mandatos familiares sobre tu vocación.
Tampoco algo te arrastró irremediablemente a abrazar un destino.
Corriste, con la antena abierta, a ver que tenía la vida para ti.
Experimentar de todo, para quedarte con algo.
Buscar en otros la inspiración, abriendo los receptores, tratando de peder el sentido.
Es una mirada hacia lo que hay fuera.
Mientras que un elevado grado de consciencia y la búsqueda, otorga paz interior.
Tener exceso o defecto de alguna de ellas, es caer en la insatisfacción.
Diagrama Consciencia y Acción de Búsqueda por Manu Galán.
Y con esta combinación...
TRAMPA:
En este caso trampas.
La primera de las trampas es quedarte en el atasco del: ni mirarse, ni buscar.
Dejando que la vida pase sin encontrar la satisfacción.
Puede que, por miedo a: la auto-indagación, a no emerger de la noche oscura del alma, a salir de la zona y perder personas o beneficios de tu actual vida…
La segunda sería ponerte a buscar frenéticamente.
Sin ton ni son, probarlo todo, sin haber mirado primero pa’dentro.
Sin querer explotar los talentos innatos o adquiridos.
Muy inconsciente, pero lleno de acción.
Ansiedad por el enganche a buscar (como forma de vida), o a huir (de encontrar y encontrarse).
Eternamente Indiana Jones o Lara Croft, sin descubrir el tesoro interior.
Por último, está acomodarse en la filosofada.
Preferir no soltar el árbol que abrazas, a mover el culo por y para ti.
Dejarte una melena blanca y vestir de lino, en lugar de ver si el mundo necesita de tu arrojo.
Nublarte de incienso, por no remangarte y construir desde lo tangible.
Puede que te detectaras dentro de alguna de estas trampas.
O que estés, en un tránsito infructuoso, hacia la Paz de un proyecto concreto.
Incluso, desear tener una visión más abstracta, pero que te cuesta llegar.
En la mayoría de los casos, no detectamos nuestras propias trampas.
Desde tan cerca, no se ve la peli completa. Necesitas de un acompañamiento experto.
De alguien que te sepa llevar de tu trampa, al Motor ilusionante:
En el menor tiempo posible (ojo, sin fantasías, ahorrar tu tiempo, no dejar el tema sin rematar).
Con el menor esfuerzo (sin que des mil vueltas, leas mil libros y botes de listillo en listillo).
Y con avances firmes en su consecución (tu proyecto puede llevar meses, pero ni debes crearte una dependencia de nadie, ni que te dejen en medio de la guerra con un tenedor como arma).
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