El acto revolucionario de no ser.
Tienes una versión en audio bajo estas palabras y, justo a continuación, en texto.
Lo mismo te parece, que he cambiado las torrijas de esta Semana Santa por rollitos de primavera.
Me ha quedado un artículo, con mucha salsa de soja y sabios ojos rasgados.
Arrancamos y te cuento.
¿No te da la sensación de estar hasta arriba?
¿Sientes cierta saturación?
Me refiero al embotamiento, de infoxicación y de tener que “alinearse”.
Como que hay que tomar una posición en todo.
De pertenecer a grupos y colgarte la etiqueta de algo, que esté bien visto.
Es adoptar una creencia sin digerirla.
Sin dar tiempo a colocar sus razones, ni sentir cómo te cae en el cuerpo, ni contrastar con tus valores.
Por ejemplo: Alguien compra la gestación de un bebé, y ya tienes que volar a posicionarte sobre eso.
En la presión de esta época tan acelerada, todo lo que sucede, parece que tiene que tener tu etiqueta, tu posición y quedarse así.
Da certeza (una de las 6 necesidades básicas), pensar que lo tienes todo colocadito por dentro.
Como si se necesitase llenar, todos y cada uno de los huecos, de las estanterías de tu mente.
Al contemplarlas, se podría decir que, hay respuesta a quien eres.
Tan solo habría que ir a buscar, aquello que está ahí ubicadito, pese a que fuera puesto deprisa y corriendo.
Yo mismo lo hice por mucho tiempo, pero ahora lo considero, un error lleno de miedos.
El autoconocimiento, por una parte, sí va de estanterías, pero es matizable:
En algunas sobrarán objetos.
En otras existirán huecos a completar.
Y también, habrá estanterías con cosas, que ni estás viendo.
Puede que quieras volver a leerlo, tiene miga.
La utilidad del vacío.
Treinta radios convergen en el centro de una rueda, pero es su vacío lo que hace útil al carro.
Se moldea la arcilla para hacer la vasija, pero de su vacío depende el uso.
Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa, y es el vacío lo que permite habitarla.
En el ser centramos nuestro interés, pero del no-ser depende la utilidad.
Pasaje XI del Tao Te King de Lao Tse (filósofo chino).
El texto me sirve para tocar el tema del cuestionamiento como filosofía.
La ausencia de reglas fijas.
De soltar el “esto es así porque sí” (en el peor de los casos), el “porque siempre fue así” (en el segundo peor),…
No tienes que, saberlo todo ya.
No tienes que, tener una opinión sobre cualquier asunto y rápido.
No tienes que, NADA ahora, incluso puede que nunca.
Ni siquiera esto que te cuento (que me he podido atiborrar de pelis de kung-fu y chop suey).
La adaptación como forma de vida.
"No te establezcas en una forma, adáptala y construye la tuya propia, y déjala crecer, sé como el agua.
Vacía tu mente, sé amorfo, moldeable, como el agua.
Si pones agua en una taza se convierte en la taza.
Si pones agua en una botella se convierte en la botella.
Si la pones en una tetera se convierte en la tetera.
El agua puede fluir o puede chocar.
Sé agua, amigo mío".
Bruce Lee - Reparte mamporros, actor y escritor.
Una mente rígida, saturada de conceptos inamovibles, no fluye.
Una mente con sus estanterías repletas, no permite adaptarse.
Puede que escucharas, como recibió un viejo maestro, al más listillo de sus nuevos alumnos.
Hizo una ceremonia del té al alba (en el templo, no esperes que tengan churros ni que sea a las 10).
Empezó a servirlo muy, muy lentamente.
Cuando debió parar, no lo hizo.
Pronto desbordó la taza.
El alumno se alarmó por la torpeza.
Llenó el platito.
Pensó que el viejo chocheaba, que poco podría enseñarle ya.
Puso perdida la mesa, y continuó, hasta vaciar por completo la tetera.
Que lo ve mi madre y se quita la zapatilla.
Se hizo el silencio más incómodo que recordaba el aprendiz.
Finalmente, el maestro dijo:
— Por hoy es todo. Te puedes marchar.
Y así, un día tras otro, pasó un mes.
Una mañana, el chaval reunió fuerzas, y antes de que se derramase el té, gritó:
— ¡Ya está llena Maestro, no puede seguir sirviendo!
El anciano, con sonrisa pícara entre sus arrugados labios, afirmó:
— Vienes al templo a adquirir conocimientos, ¿cómo vas a aprender si no empiezas por vaciar tu taza?
Esta historia no te la explico, que creo que se entiende, pero puedes escribirme de no ser así.
Volver a descubrir.
Recuerda cómo aprenden los niños.
Son aventureros, exploradores, no dan nada por sentado.
Una sábana es una cueva.
Un abrigo atado al cuello te permite volar.
Una línea en el suelo puede ser un muro infranqueable.
Descubren y crean, con ilusión, la vida.
Que la silla solo sirve para sentarse y el plato para comer, es una cosa de adultos.
En los ojos de una niña, son el volante y el coche que, la llevan a la diversión.
Asentar lo complicado.
Cuando las experiencias pasan factura, quieres saber de dónde te vienen las leches.
Evitar un sufrimiento es importante.
Obvio que tratarás de colocar ese objeto en la estantería.
El dolor es un indicador de algo que hay que atender.
Y a la vez, no siempre es tan sencillo.
¿Quién no ha tenido una preocupación de meses o años?
A esto, se suma que, no todo es resoluble por tu parte.
Existen factores externos.
La necesidad de entender, sumado, a la variable de lo ajeno, revoluciona los sesos.
En ese momento, puede ocurrir que lo vivas muy mal, o que hagas un acto revolucionario.
Aprender a no ser aquello que te sucedió.
A no vivir infeliz por ello.
Aprender a retirar y colocar objetos de tus estanterías.
A cambiar su forma, color, textura,… a que no te parezca lo mismo.
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