Todos partimos siendo en algo, un poquito (o un muchito), Patito Feo.
Pues eso, en algo (tú y yo) hemos sido Patito Feo.
Incluso ahora, puede que te queden, desde ascuas, a una gran hoguera.
Las ascuas escuecen, pero las hogueras ahogan.
Pese a que rasquen, lee estas preguntas, que luego hay metamorfosis.
¿Qué tal de peque en el cole y en casa?
¿Y la adolescencia?
¿Cómo fue tener que dejarla y empezar a madurar?
Al crecer, ¿la vida te trajo lo que esperabas?
¿Te colaste en alguna rueda de hámster?
¿Echas la vista atrás y conseguiste aquello que deseabas?
¿Qué ámbito es el que más te pesa?
¿Tienes la salud, energía y físico que esperabas?
¿Es el terreno de las relaciones el que te hunde?
¿Tu desarrollo profesional, situación económica y de realización personal está dónde te gustaría?
Y de tus respuestas salen otras preguntas:
¿Qué NO haces de aquello que anhelas?
¿Cómo es eso que ansías?
¿Dónde sucede aquello que deseas?
¿Quién crees que deberías ser y NO eres?
¿Cuándo empezaste a sentir la jodida insatisfacción?
O, dicho de otra forma: ¿Cuánto tiempo llevas sin resolver el sufrimiento?
¿Por qué NO…? Eso, te preguntas mucho “¿por qué NO…?”.
En algún punto, se quedó la sensación de Patito Feo.
Algo se quedó atrancado, gripado, emponzoñado…
Y dónde debería existir un Cisne, hay un cuasi-cisne.
Con la misma valía como ser humano, pero internamente no te sientes igual.
Perdiste disfrutar del recorrido.
No floreció tu Patito en un Cisne, por algún bloqueo o auto-sabotaje como:
Sentir regustillo en la queja y la víctima.
Asociar tu personalidad a lo que te pasó.
Querer que el que cambie, sea la persona que te hizo daño.
No poder tocar aquella pupa del pasado y taparla rápido.
…
Y pese a ello, prevalece el anhelo de una vida mejor.
Con sensación de hastío de la situación, pero estar pensando en hacer algo.
Saber que puedes llegar a más, de lo que limita tu bola de preso actual.
Ahora, puede que ya no esté:
El supuesto defecto que te condicionó.
Aquel entorno que te tiró pa’bajo.
O ese evento que te marcó a fuego.
Y lo que te pide el cuerpo es desplegar alas de Cisne.
No por fascinar a otros, ni para que te descubran por fin (sería un triste premio efímero).
Sería por el hecho de dar el primer impulso, el que eleva del suelo.
Esa imprescindible propulsión, por la que todo cambia, y con la que poner rumbo.
El equivalente a levar, por fin, el ancla.
Los Cisnes, que se desprendieron de sus plumas de Patito, lo hicieron por adquirir herramientas:
Las que pudieron cultivar con las experiencias.
Las que recolectaron con sus exploraciones intencionadas.
Y las que quisieron adquirir acompañados.
Las metamorfosis, pueden ser (en ocasiones) lentas, dolorosas e inciertas.
Yo te ofrezco una especie de incubadora.
No porque piense tratarte como a un bebé.
Ve olvidando eso.
Tendrás que poner de tu parte (milagros a Lourdes).
Poner tus ladrillos.
Es por crear un ambiente de acogimiento y cuidado.
Donde acelera el crecimiento de las partes que tú, específicamente tú, estás necesitando.
Y saldrás con herramientas para hacerte responsable de tu vuelo.
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